A mi querida amiga Mª José Contador:
Como la cera y miel en la boca
en dulzura te deshaces amiga,
te agarras a la garganta
como savia curativa.
Tan humana,
en este mundo
de tan poca humanidad.
Siembras majestuosas flores
a tu paso.
Hoy,
en la soledad de tu cuarto,
lloras nostalgias,
buscas entre rescoldos
quién te acompañe,
quién borre tus sábanas
de recuerdos,
quién lama las heridas.
No sabes,
que ni siquiera tu sombra
merece tu compañía.
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