Ligeros rayos de luz
tras las grises nubes,
alumbran bucólicos paisajes,
que prenden en llamas
mi pecho ansioso
por la belleza
de la decadencia,
y soy capaz
de caer rendida,
como si de la flor más bella
se tratase.
Lo que algún verano
fue sinónimo de vida,
se torna
en un decrépito,
desgastado y triste otoño
ahora.
Lo que nadie ve,
pero que con su oscuridad,
invoca en mi alma
un fuego tan intenso
que da vida
a sus propias sombras.
Veronica G. Novoa
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