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Esa noche de verano
corrí la cama,
puse el cabecero
bajo la ventana
y la abrí de par en par.
El crujir de la madera
rompió un instante el silencio,
la apacible y fresca brisa,
me acarició la piel
ondeando mi camisa.
Tumbada boca abajo
en la noche solitaria
en la noche solitaria
contemplé la luna lunera,
que alumbraba el campanario
sobre los tejados
sobre los tejados
(territorio de los gatos pardos).
Colgada en el cielo,
Colgada en el cielo,
abrió la caja de plata
dónde guarda los luceros,
así la luna lunera
bañó mis noches
así la luna lunera
bañó mis noches
de luces...
de sueños.
de sueños.
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